Práctica de la asignatura TIC para la Historia de la UMU, curso 2019-20.

domingo, 1 de diciembre de 2019

La retroalimentación del arquetipo de la envenenadora, parte 1


El apellido Borgia retrotrae a una de las dinastías familiares más fascinantes del Renacimiento, la idiosincrasia de su vida y el halo de legendario que la rodea han fascinado a escritores e historiadores durante siglos. Pero esa fascinación parte en gran medida de su leyenda negra,  leyenda cuyo  inicio lo encontramos en la propaganda política contra Alejandro VI, que aumentó y endureció la leyenda negra de Lucrecia, así como de los Borgia con el paso de los años. 

Recorte de Crónica  extraído de
de la Biblioteca Digital Hispánica.
La visión negra de Lucrecia comienza con autores coetáneos como son el veneciano Girolamo Priuli, los napolitanos J.Sannazaro y Pontano, el famoso historiador y embajador de España F.Guicciardini entre otros, aunque ninguno vivió en Roma y conoció a Lucrecia no dudaron en utilizar historias infundadas de la tradición popular para denigrar a la familia Borgia. Aunque Lucrecia nunca asesino, ni mandó asesinar a nadie, uno de los mitos que más se han desarrollado en estos últimos siglos es el de Lucrecia como mujer asesina; según esté, se decía que poseía un anillo con un compartimento secreto en el guardaba veneno, como es de esperar, este era utilizado contra sus enemigos. El imaginario fue creciendo y Victor Dumas, en su drama Lucrecia Borgia, le atribuyó un “misterioso armario” lleno de venenos. 

Etiquetada como la envenenadora por antonomasia, esta se va renovando periódicamente y es así como, en 1929 sale a subasta en la ciudad de Berlín en un armario renacentista, que, basándose en dudosas pruebas, la casa de subastas afirmaba que perteneció a Lucrecia Borgia. Publicitado como el armario de los venenos de Lucrecia Borgia, pronto se convirtió en una noticia que se difundió por los periódicos europeos. Porque, Lucrecia no fue la única propietaria de este mueble, sino que también Rasputín, hombre cuya reputación se aleja bastante de la santidad. La pertenecía a este ultimo se basa en pruebas más solidad, fue extraído de Rusia tras el pillaje de Tsarskoié Selo.

Curiosamente la presa de la época recogió esta historia, como demuestran las siguientes crónica y noticia recogido en los  periódicos de Crónica (Madrid. 1929). 2/10/1938, página 4.El Imparcial (15/5/1929), página 1.

Recorte de El Imparcial  extraído de
de la Biblioteca Digital Hispánica.

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